Se suele decir que, cuando uno la pasa bien, el tiempo vuela. Y algo de cierto debe haber, porque durante la filmación de «La muerte de un comediante» nos divertimos a lo pavote y, casi sin que nos diéramos cuenta, la película llegó a la mitad del plan de rodaje previsto para la ciudad de Bruselas.
Los que se divirtieron un poco menos, esta vez, fueron los integrantes del equipo de Dirección, que tuvieron que trabajar arduamente en la construcción de una de las escenas más desafiantes del film: un plano secuencia en el que la cámara sigue a Debré desde la calle hasta que se sienta dentro del bar «La Brocante». Una toma larguísima que, en su desarrollo, puede sufrir un sinfín de pequeños trastornos que obligan a reintentarla una y otra vez.
Párrafo aparte para la locación: ese mítico boliche, ubicado en el barrio de Les Marolles, tiene una historia muy rica, que Javier Beltramino contó en exclusiva para todos los socios productores.
Diego Peretti, en su flamante rol de director, le explicó al equipo cómo se imaginaba los planos para la escena y Luis Bernardez, asistente de dirección, se tomó un pequeño recreo para contarnos sus impresiones de la jornada.
Una vez más, unos cuantos socios productores se acercaron desde diferentes países europeos para participar como extras, resolver consultas médicas de Chiri y chusmear todo el set de filmación.
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