¿En qué anda Orsai Audiovisuales? Esa fue la primera pregunta que le hizo Gabo Grosvald a Joaquín Marqués en el nuevo episodio de «Orsai Cine», y después no hubo manera de callar al verborrágico productor de todos nuestros delirios audiovisuales. En este nuevo capítulo, Joaquín hace racconto minucioso del status de cada una de las series y pelis que tenemos en carrera, por lo que es una pieza de lujo para que los socios productores estén al tanto del curso de sus inversiones.
Por empezar, nuestra bendita «La Uruguaya». Acá, a Joaquín se le escapó un spoiler monumental: se espera que en los primeros diez días de agosto, nuestra ópera prima llegue a la pantalla grande. Un notición que nos pone locos de contentos a todos: la peli que no para de alegrarnos en cada festival que participa podrá ser vista por el público general en los principales cines de latinoamérica. Como si fuera poco, el desfile por los certámenes continúa: está previsto que participe en el Festival de Cine de Tucumán a fines de julio, y del Festival de Cine en las Alturas, en Jujuy, del 1 al 10 de septiembre.
Joaquín hace hincapié en el pedido de paciencia para los socios productores que esperan más noticias: por cuestiones estratégicas, no se puede comunicar todo en todo momento. A veces, comercializar una película es un juego de ajedrez.
Nuestra miniserie viene súper bien. Se generó ya la segunda digestión de todo el material. La post producción es un proceso largo que se espera que, al menos hasta fines de junio, nos tenga encerrados en una isla de edición armando una historia increíble con una linda vuelta de tuerca. Lo divertido es que lo trabajaremos en nuestra casa de Núñez, y en la isla de edición que estamos armando, vamos a contar con buena parte del decorado que se usó en el rodaje, para reciclar muebles.
Joaquín es claro: la película co-dirigida por Diego Peretti y Javier Beltramino es cosa seria y va tomando el envión de las locomotoras. Tanto Diego, como Javier, como Ana Blaya y Chiri están realizando lecturas de guiones, y en paralelo empiezan a delinearse los equipos de las áreas técnicas: dirección de Arte, Fotografía, Dirección.
En «La muerte de un comediante» también nació una oportunidad: estamos evaluando que la película también transcurra en cierto modo en Uruguay –originalmente transcurriría sólo en Buenos Aires y Bélgica– para aprovechar un acuerdo bilateral entre los hermanos rioplatenses y el cine belga que no tenemos los argentinos. Ese convenio nos ahorra unos cuantos entuertos económicos y, básicamente, abaratará los gastos de producción.
El documental protagonizado por Justina Bustos ya se encuentra online y estamos generando una estrategia tanto para la venta como para su presentación en festivales. Durante todo el 2023 estaremos inscribiéndolo en certámenes importantísimos (el de Venecia, el de San Sebastián, entre otros). Pero claro, es difícil: los festivales para documentalistas muchas veces no dependen solo de la calidad del film, sino también de la temática. Competimos contra muchos productos que derivaron de la experiencia pandémica y contra directores muy reconocidos, pero no bajamos los brazos: de hecho, incorporamos a Gisela Chicolino, que tiene mucha cancha en temas de festivales, para que nos ayude a encontrar la mejor veta para ser admitidos en estos concursos.
La buena noticia es que logramos algo casi imposible: conseguimos los derechos de una canción de Leonard Cohen que es fundamental en la película.
Mientras tanto, empezó a rodar uno de los proyectos más ambiciosos que tenemos: el de producir desde cero cinco películas durante 2023, con la posibilidad de que los socios productores espíen y participen activamente de todo el proceso.
Esto enamoró a cada uno de los involucrados, al punto que en las charlas por cuestiones económicas y contraprestaciones de tiempos, ideas y trabajos, todos quieren tirar para adelante por la misma razón: creen que es fundamental que los socios vean cómo elaboran una película desde cero hasta terminarla por completo.
Mientras tanto, las ideas caminan, con cabezas de guión geniales y con equipos de guionistas que son unos cracks en lo suyo, articulando los delirios de cada grupo de trabajo.